Si pensamos que las pandemias son propias de los seres humanos, estamos muy equivocados. Desde el origen de la vida en los océanos, los virus han infectado las células de organismos marinos para reproducirse, y es por eso que prácticamente todos estos organismos portan en sus genes una memoria evolutiva, una especie de “chip ancestral” que recuerda dicha convivencia. Se sabe, desde hace mucho tiempo, que diversas sustancias químicas, tales como proteínas, polisacáridos y fenoles, que son extraídas de algas, esponjas, corales y peces, entre otros, poseen propiedades antivirales. Por ejemplo, en el caso de los peces, virus del grupo de los nidovirales, al que también pertenecen los coronavirus, han sido detectado en el salmón chinook. En muchos sentidos, el ser humano también está potenciado la expansión de muchos virus entre las especies marinas, principalmente debido a la globalización de las actividades acuícolas.

Ver columna “Los virus también viajan por el mar”.