¿Cómo es bucear estas frías aguas? ¿Qué especies se encuentran allí? El biólogo marino Ignacio Garrido, que desarrolla una investigación dentro de su proyecto de doctorado patrocinado por la Universidad Austral sobre la dinámica de los ecosistemas marinos de la zona, muestra los principales hallazgos de este proyecto y explica cómo es la experiencia de estar sumergido en uno de los sitios más inhóspitos del planeta.

Parte de los buzos que desarrollan la investigación de algas a la deriva en la Antártica.
Vanesa Gadaleta, Revista Domingo. Desarrollado por la Universidad Austral de Chile en Valdivia y financiado por CONICYT, el proyecto del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) se ejecuta desde noviembre de 2015 en zonas antárticas y subantárticas chilenas, con campañas en Punta Arenas, Estrecho de Magallanes, Canal Beagle y en la Base Antártica Chilena Profesor Julio Escudero, Bahía Fildes, isla Rey Jorge.
“Soy estudiante de doctorado del centro IDEAL, y junto con tres buzos científicos hacemos el monitoreo submareal en la Antártica, que corresponde a la línea de investigación de ecología bentónica del Proyecto Ideal”, dice Ignacio Garrido, 31 años y biólogo marino de la Universidad Austral.
“Para bucear en la Antártica, por requisitos de la Armada, tiene que haber un mínimo de cuatro buzos en total: un supervisor de buceo, un buzo asistente (o de rescate) y dos buzos más, todos buzos especialistas. Normalmente hacemos muestreos en una gradiente glaciar; es decir, muestreamos cerca de los glaciares y luego nos vamos alejando de este a una escala de kilómetros para determinar su posible efecto sobre la comunidad de invertebrados marinos”.
EL DESAFÍO
“El gran desafío del proyecto es coordinar las diferentes líneas de investigación para tener una visión holística y real de los efectos del cambio climático en el continente blanco y cuáles son los escenarios futuros que debemos enfrentar. Dentro del Centro IDEAL estoy vinculado a la línea de investigación de Ecología Bentónica, ya que mi tema de tesis doctoral está relacionado con algas a la deriva sobre el fondo marino, que en la Antártica se generan principalmente debido a los fuertes temporales y la abrasiva erosión del hielo. Estas algas, con la ayuda de las corrientes, derivan hasta acumularse sobre depresiones de fondos de arena producidos por los icebergs en invierno. En estos vastos parches de algas se desarrollan conspicuas comunidades de animales, específicamente invertebrados marinos y peces.

El Alcyonum antarticum es característico de las aguas frías.
Durante mis estudios pretendo cuantificar el efecto e importancia ecológica de estas acumulaciones de algas a la deriva sobre la comunidad de invertebrados marinos observada”.
LA EXPERIENCIA
“La primera vez que me sumergí en la Antártica fue en 2010, por una investigación desarrollada en bahía Fildes, en la isla Rey Jorge, por el profesor alemán Dirk Schories. Como yo era su tesista, estaba en la nómina de los buzos para realizar el proyecto. Ahí quedé maravillado. La biodiversidad es impresionante: hay una gran cantidad de especies, como peces antárticos, erizos endémicos de la zona, estrellas de mar y focas leopardo. En esta zona hay lugares que son realmente llamativos, como los islotes Artigas, Shoa y Ras Tu.
“Por el derretimiento, cerca de los glaciares el agua es muy lechosa, pero si te alejas un poco, la visibilidad mejora. Durante una tormenta, y después de ella, las partículas en suspensión hacen que la visibilidad sea de apenas 1 o 2 metros. Después de varios días, o semanas, ese material decanta y la visibilidad mejora considerablemente a 10 o 12 metros. En cuanto a biodiversidad, las aguas frías son tanto o más interesantes que los mares tropicales y del Caribe.
Lo que pasa es que son menos conocidas y exploradas. Para hacer buceo científico en la Antártica, como chilenos necesitamos licencia de Buzo Especialista. Mientras buceamos, usamos trajes secos de neopreno comprimido de ocho milímetros, pero igual se siente el frío, porque en la época que nosotros vamos, en verano, hay una temperatura de entre cero y dos grados. No ocupamos full face (máscara que cubre toda la cara), sino una normal, por comodidad. Lo que más sufre son las manos, porque no ocupamos guantes secos, solo unos normales que deben ser lo más gruesos posible, porque necesitamos sensibilidad para manipular las cámaras, herramientas y otros equipos”.
LOS HALLAZGOS
“Observamos que las algas a la deriva son posiblemente un importante subsidio ecológico: dentro de sus acumulaciones se desarrollan comunidades de invertebrados y peces que viven en estrecha relación.”Debido a las bajas temperaturas imperantes, inclusive en verano, una estrategia reproductiva de muchas especies es que los padres incuban a las crías hasta que alcanzan cierto tamaño y luego las liberan al ambiente en el estadio de juveniles. Esto es posible observarlo en estrellas, erizos de mar y crustáceos. Otra estrategia más común es la liberación de miles o millones de gametos femeninos y masculinos en el agua, que quedan a merced de las corrientes, esperando a que se encuentren en algún momento para su fecundación.

Para sumergirse en la Antártica, todos el grupo debe tener el certificado de Buzo especialista.
“Encontramos algo revelador: hay especies de crustáceos que usan las acumulaciones de algas como zona de liberación y crianza, porque son excelentes para proveerles alimento y refugio de los depredadores. Lo observamos en crustáceos como Amphipodos y el isópodo antártico Glyptonotus antarcticus, y también en Notothenidos, peces antárticos que tienen en la sangre unas proteínas que evitan que se congelen”.
LOS EFECTOS DEL CAMBIO
El aumento de temperaturas es alarmante -dice Ignacio-, sobre todo en las zonas polares, que son consideradas verdaderos laboratorios naturales. Uno de los efectos producidos por el calentamiento global es el aumento del desprendimiento de glaciares.
Estos pedazos, una vez que flotan en la superficie del mar antártico, están a merced de vientos y corrientes. Dependiendo de su tamaño, en algún momento tocan el fondo marino, triturando todo a su paso y, en ese momento, desprenden las algas. “Estamos averiguando que si este calentamiento se mantiene o aumenta, aumentaría también el desprendimiento de bloques de hielo que generan un impacto sobre el fondo marino. Los efectos de este proceso en las algas y en las especies marinas, hasta ahora, son desconocidos.
Eso sí, una de las muchas consecuencias del aumento de temperatura es el freshening (el agua dulce que los glaciares liberan al mar al derretirse) que, con su consecuente disminución de salinidad, puede tener severos resultados sobre las especies que ahí habitan si ellas no son capaces de resistir los cambios”.
Leer en Revista Domingo.