Pigmento de estos organismos hace que la superficie del continente blanco absorba una mayor cantidad de radiación y se derrita con mayor rapidez.
Cristóbal Palacios, Las Últimas Noticias. Un inusitado espectáculo visual está acaparando la atención de los científicos en la Antártica. La nieve de algunas zonas costeras se está tiñendo de rojo, producto de la proliferación en el verano de distintos tipos de microalgas, que los expertos asocian al cambio climático.
Iván Gómez, doctor en Ciencias Naturales asociado al Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral, se encuentra estudiando el fenómeno mediante un proyecto Fondecyt. En la base Yelcho, llegó a la conclusión de que el aumento de las temperaturas generado por el calentamiento global está causando que estas algas de nieve, como se llaman, se propaguen con mayor velocidad y derritan más rápido el hielo en el continente blanco.
“Con el aumento de las temperaturas, la nieve tiene un mayor componente de agua líquida, que es el medio natural para que proliferen estas algas, como la Chlamydomonas Nivalis y la Chlorella”, afirma Gómez. Pero además, el color de estas algas, causado por pigmentos carotenoides -como los que dan su tonalidad a algunas verduras- acelera el derretimiento de la nieve. ¿Por qué? Aquí es clave el albedo, un indicador de cuánta radiación genera una superficie y que se mide de 0 a 1.
“La nieve blanca tiene un albedo de 1, es decir, refleja y disipa prácticamente toda la luz que le llega. “Pero en la medida en que la nieve se empieza a ensuciar, y en ese sentido las algas ensucian la nieve, esa masa empieza a absorber más energía, a calentarse y derretirse”, explica el doctor en Ciencias Naturales.
¿Qué puede pasar? Primero, hay que entender que las floraciones masivas de algas se dan principalmente en verano. El derretimiento de la nieve hace que las microalgas se trasladen a otras zonas e interactúen con otros organismos marinos, cuyas consecuencias aún deben ser estudiadas por los científicos. Para esto, el doctor Gómez trabaja in situ, pero también a través del monitoreo de imágenes satelitales, para analizar y cuantificar la extensión del fenómeno.
Sin embargo, si se puede dar por seguro una cosa, la Antártica no se teñirá por completo de rojo. “En la costa hay mejores condiciones para su florecimiento. La meseta central de la Antártica, donde hay hasta 70 grados C, es un ambiente inhóspito para estos organismos”, destaca el experto.
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