Cuando piensas en organismos marinos, de seguro imaginas especies de gran movilidad como los delfines y las ballenas. Sin embargo, la gran mayoría de las especies marinas son sedentarias o se mueven poco en su edad adulta. Sin embargo, su etapa de desarrollo larval ocurre en la columna de agua y puede durar desde unas pocas horas hasta muchos meses, lo que sugiere que pueden dispersarse a grandes distancias con la ayuda de las corrientes oceánicas.

El Centro IDEAL investiga si los organismos marinos que viven en la Antártica y aquellos que viven en la zona subantártica son capaces de moverse entre estos dos ambientes, un proceso llamado conectividad. Sin embargo, la investigación sobre la conectividad se ha visto obstaculizada por el hecho de que las larvas pueden ser muy pequeñas y el océano muy amplio, por lo que la observación directa es difícil o imposible. Para ello la genética ha contribuido de manera significativa, debido a que los patrones de dispersión y conectividad se pueden deducir mediante la comparación de la similitud genética entre poblaciones. Estos estudios genéticos permiten determinar los orígenes geográficos de las larvas, establecer a dónde van y cuándo salen de su lugar natal. Tales estudios han demostrado que muchas larvas, a pesar de poseer una alta capacidad de dispersión, en realidad crecen muy cerca o en su ambiente natal. De este modo, el ambiente marino parece presentar más barreras para la dispersión de sus organismos que lo que se pensaba.