El investigador Iván Gómez, subdirector del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), aseguró que Chile se beneficiará de que el Mar de Ross haya sido declarado la mayor reserva marina del mundo en ámbitos como la industria o el turismo.

pinguinosSantiago de Chile, 10 nov (EFE).- El investigador Iván Gómez, subdirector del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), aseguró que Chile se beneficiará de que el Mar de Ross haya sido declarado la mayor reserva marina del mundo en ámbitos como la industria o el turismo.

“El área está teniendo un crecimiento a nivel turístico enorme. Y es una forma cara de viajar y por tanto muy atractiva para empresas de turismo extremo”, subrayó Gómez.

En una entrevista a Efe, el profesional explicó que “desde mi perspectiva personal, puede ser un vehículo para crear conciencia individual de preservar la Antártida”.

El oceanógrafo incidió en que si el viajero “ve paisajes lo menos intervenidos posible por el hombre”, regresará “impactado por la magnificencia antártica”, pero que si por contra se encuentra un medio “muy contaminado”, el territorio “perderá atractivo”.

La protección del ecosistema, considerado uno de los más puros del planeta, impedirá a las empresas la explotación de los recursos naturales del Mar de Ross durante los próximos 35 años, lo que permitirá a los visitantes captar la esencia del territorio.

“Para operadores turísticos, la creación de parques que protejan la biodiversidad antártica son señales de pueden seguir vendiéndola como uno de los lugares más prístinos del planeta, como la última frontera que hay que visitar”, remarcó.

La prohibición de la pesca en esta área, otro de las consecuencias de que el Mar de Ross sea declarada zona protegida, podría ser a priori malas noticias para las industrias pesqueras que Chile tiene en su zona austral, pero Gómez piensa que esta medida incluso les podría reportar beneficios.

“No necesariamente tiene que ser para ellos un prejuicio. Yo creo que al existir zonas protegidas, los ejemplares se reproducirán más pronto y en más cantidad y después se desplazarán a otras áreas donde se pueda pescar”, indicó.

El investigador señaló que esta área, que se extiende a lo largo de dos millones de kilómetros y alberga al 38 % de la población mundial de pingüinos de Adelia, el 30 % de los petreles antárticos y el 6 % de las ballenas enanas, es de especial interés para los científicos porque en ella se dan “algunos de los ambientes más extremos del mundo”.

“Allí viven miles de especies endémicas que nos muestran muchas posibilidades en términos de adaptación al frío. Por ejemplo, existen una serie de peces que tienen una serie de proteínas anticongelantes que permiten que la sangre fluya, o unos invertebrados que se han adaptado a la vida en la total oscuridad. Eso es un enorme capital científico que hay que preservar”, remarcó.

Gómez también dijo que proteger una zona “tan rica y variada” en minerales como el Mar de Ross también provocará que la ciencia tenga posibilidades de estudiarlos mejor, aunque admitió desconocer el potencial real del terreno.

“No tenemos una idea de la riqueza mineral que puede existir. Es algo que no se ha explorado en 15 millones de años y además es difícil saber qué hay en el subsuelo. Deberíamos suponer que en los fondos marinos existen depósitos de minerales y petróleo, porque hasta la última glaciación, la Antártida era un continente con muchos bosques y una vida exhuberante”, añadió.

Sin embargo, destacó la importancia de mantener a la Antártida como un continente dedicado a la investigación científica en vez de destinarlo a las prospecciones mineras.

Por otra parte, el investigador aseguró que el acuerdo para declarar este área reserva marina durante los siguientes 35 años es “suficiente” en comparación a los tiempos que se manejan en política.

“Yo no diría que es poco tiempo. Cuando expiran, todos estos tratados se reestudian, se reanalizan y yo espero que entonces se prorrogue. Podría haber sido para cincuenta años, pero está bien”, remarcó.

Gómez también narró “la experiencia de vida” que suponen para él sus vivencias en la Antártida y animó a las generaciones venideras a que protejan un ecosistema tan especial.

“Fui hace 25 años por primera vez y es un continente maravilloso. Nunca me ha dejado de sorprender, nunca he perdido la capacidad de asombrarme por la magnificencia del ambiente. Siempre he intentado inculcar ese amor a las nuevas generaciones porque somos unos privilegiados por tenerla a solo dos horas y media”, confesó. EFE

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