El investigador del Centro IDEAL, Dr. Iván Gómez, realizó un estudio que tuvo como objetivo determinar si las adaptaciones individuales de los organismos que viven en el continente blanco se ven reflejadas a nivel comunitario, frente a condiciones de cambio global.

El estudio se realizó con muestras que fueron tomadas durante el 2012 y 2013. Fotografía: Pirjo Huovinen.
El sistema marino antártico de Bahía Fildes en la Isla Rey Jorge no es maduro, es decir, no existe un equilibrio en las poblaciones de plantas y animales que habitan allí ni tampoco con su entorno. Esa es la principal conclusión de un estudio realizado por el científico del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), Dr. Iván Gómez, que fue publicado en la revista Complexity.
La investigación “Propiedades macróscopicas en los sistemas ecológicos costeros de Bahía Fildes” se realizó en el marco del Proyecto ART1101. Su objetivo principal fue determinar si las adaptaciones individuales de los organismos que viven en la Antártica frente a diferentes condiciones de cambio climático, como por ejemplo, el aumento de la temperatura y la radiación ultravioleta, tienen consecuencias a nivel comunitario. Para ello, se analizaron muestras de macroalgas y especies asociadas a ellas como invertebrados carnívoros y herbívoros, así como diferentes componentes del plancton y algunos peces bentónicos.
“El resultado central es que el sistema marino que hay en Bahía Fildes, es relativamente menos estructurado en comparación con otros sistemas de aguas más temperadas”, explica el Dr. Gómez y agrega que “esta situación se da producto de dos grandes perturbaciones físicas muy importantes que ocurren en la Antártica”.
La primera de las perturbaciones a la que hace alusión el investigador acontece a principios de invierno y primavera y es la formación del hielo. La segunda corresponde a la limitante de luz existente durante los meses de junio, julio y agosto. El hecho de que no salga el sol, ocasiona poco crecimiento de las algas y, por lo tanto, crea un sistema marino mucho menos establecido.
En el estudio también participaron los investigadores de la Universidad de Antofagasta Marco Ortiz, Fernando Berríos, Jorge González y Fabián Rodríguez-Zaragoza.
Más datos por analizar
Para desarrollar la investigación, se jerarquizó el sistema marino en tres niveles. Se tomó como base las distintas especies de macroalgas que viven en las profundidades del océano. Posteriormente se identificó una serie de herbívoros, como las Nacellas, conocidas comúnmente como lapas. En tercer lugar, se determinó cuáles eran los depredadores más importantes de la cadena (peces bentónicos, varias especies de estrellas de mar y algunos organismos que viven en el fondo marino, están enterrados y son capaces de alimentarse de la materia orgánica que se genera en las otras secciones).
“La idea era tener una primera aproximación de las propiedades que tiene la comunidad bentónica. Eso nos dice, por ejemplo, qué grado de madurez posee el ecosistema”, asegura el Dr. Gómez.
Pese a que el estudio resume una parte importante de los muestreos realizados en los años 2012 y 2013, en el primer período del Proyecto ART1101, se está trabajando en el análisis de más datos.
“Espero que sigan habiendo resultados. Tenemos todavía una base de datos inexplorada donde se recolectó muchísima información. La hemos ido publicando, pero aún queda mucho material por procesar”, concluyó el Dr. Gómez.